Bienvenido a Domme, bienvenido al corazón del Perigord Negro: hacia 1281, el rey Felipe III, conocido como el audaz, decidió crear la bastida de Domme en La Barre, el acantilado que domina el río Dordoña por más de 150 m. El encanto de Domme es innegable, allí reina una atmósfera particularmente tranquila y serena, que apacigua el alma tan plenamente como el excepcional panorama del valle del Dordoña, que revela el castillo de Montfort, el pueblo de La Roque Gageac y el castillo de Beynac. Pero el destino ha ofrecido muchos otros tesoros a Domme         Bienvenido a Domme, bienvenido al corazón del Perigord Negro: hacia 1281, el rey Felipe III, conocido como el audaz, decidió crear la bastida de Domme en La Barre, el acantilado que domina el río Dordoña por más de 150 m. El encanto de Domme es innegable, allí reina una atmósfera particularmente tranquila y serena, que apacigua el alma tan plenamente como el excepcional panorama del valle del Dordoña, que revela el castillo de Montfort, el pueblo de La Roque Gageac y el castillo de Beynac. Pero el destino ha ofrecido muchos otros tesoros a Domme